Florinda Meza, la emblemática actriz mexicana conocida por su papel en El Chavo del 8, ha vuelto a ser centro de atención por una confesión sorprendente y dolorosa sobre un procedimiento estético al que se sometió recientemente.
La intérprete reveló detalles íntimos de una experiencia que le dejó no solo molestias físicas, sino también dudas sobre repetir tratamientos similares en el futuro.
¿Qué le pasó a Florinda Meza?
En una reciente entrevista para el programa De primera mano, Florinda Meza habló abiertamente sobre un tratamiento rejuvenecedor al que se sometió y que la llevó a perder un pequeño fragmento de piel de su propia oreja. El procedimiento, explicó la actriz, consistió en la extracción de un pedacito de la piel auricular para obtener células que posteriormente se procesaron y reinyectaron en distintas zonas de su cuerpo, como rostro, cuello y manos, con el objetivo de mejorar la textura y apariencia de su piel.
Aunque señaló que notó ciertos beneficios en la piel, Meza confesó que el dolor y la incomodidad que experimentó durante el proceso fue muy duro, al grado de poner en duda si volvería a someterse a algo similar. “Me han picado tanto toda la cara… que sentía que no había un pedazo de mi piel que no hubieran tocado”, comentó con franqueza.
¿Para qué sirven las células madre?
Los tratamientos con células madre han ganado popularidad dentro del campo estético por su potencial para estimular la regeneración celular y la producción de elementos clave como colágeno y elastina, que pueden mejorar la firmeza y elasticidad de la piel. Según especialistas, esto puede traducirse en una apariencia más rejuvenecida y una mejoría en la textura cutánea.
Sin embargo, su aplicación no está exenta de controversia. La obtención de células, que en algunos casos proviene de tejidos corporales como la piel o la grasa y su posterior administración, pueden implicar procedimientos invasivos y dolorosos. A pesar de los beneficios potenciales, expertos subrayan que la intensidad de estos tratamientos y sus efectos varían ampliamente entre pacientes, lo que genera un debate sobre su uso extendido y sobre cómo comunicar los riesgos de manera clara.

